Ni Chicha ni Limonada
- Circo Criollo Revista
- 24 nov 2018
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El (des)presupuesto (a)participativo de Vicente López.

Octubre es un mes en donde se desarrolla las elecciones barriales de los denominados marketineramente presupuestos participativos.
Según la información oficial este año se estarán ejecutando obras elegidas por los vecinos por 65 millones de pesos. Una cifra relativamente insignificante en relación al presupuesto global de la municipalidad de 5.500 millones y un presupuesto totalmente desvalorizado en relación a lo invertido en este renglón, el año pasado.
Si consideramos que la cifra del año anterior, 45 millones, hoy deberíamos estar hablando de una propuesta superior a los 90 millones, es decir, que la inflación desbocada tendría que reconocerse presupuestariamente en este rubro, como ocurre habitualmente con el conjunto de las obras publicas que contrata el estado.
Ambos datos nos llevan a preguntarnos cuál es la definición de presupuesto para este tipo de actividad, que representa algo más que el 1 % del total. Probablemente todos los vecinos que acudieron a votar por algún proyecto desconozcan esta triste estafa política.
La asombrosa cantidad de participantes que muestra la página oficial del municipio, que trepa en pocos años de 1 cada 150 a 1 por cada 5 es por otra parte, parcialmente engañosa.
Todos fuimos alguna vez, en los últimos tres años, convocados a votar en alguna institución educativa, en algún club de barrio u otra institución en la que participamos o tenemos algún conocido que si lo hace. De hecho, no hace falta residir en ese barrio para votar ese proyecto, la institución te empadrona. No sabemos cuántos de los 45 mil votos registrados este año han podido votar en su barrio y en otros a partir del empadronamiento ex – oficio de las instituciones promotoras.
Es más, no hace falta siquiera residir o tener domicilio en Vicente López para votar algún proyecto. Por lo que las cifras publicitadas y la idea misma de participación ciudadana es por lo menos cuestionable.
Sin embargo, en el fondo, lo que nos preocupa fundamentalmente son algunos datos que emergen de las propuestas: los ciudadanos avecindados no solo tienen que elegir sobre obras municipales, como cámaras de seguridad, semáforos, rampas o cestos papeleros, es decir, lo que normalmente debería reponer la misma municipalidad sin poner en consideración de nadie, porque para eso recauda.
Sino también una abrumadora demanda de infraestructura para las escuelas públicas, tema que no es menor en el contexto de la explosión de la escuela de Moreno, y que revela una vez más, las carencias a que nos somete el estado provincial, la gobernadora Vidal.
En definitiva, una forma de reconocer que el municipio está muy lejos de brindar los servicios óptimos que puede brindar, como que nos da vergüenza que un jardín de infantes municipal concurse por la calefacción. Y un mapa extraordinario de la pobreza de ideas acorde con una democratización del presupuesto que no es tal.
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