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CULPABLES

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 4 may 2019
  • 10 Min. de lectura

Un fragmento del nuevo libro de Gustavo Campana


Capítulo II FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

El principio del fin del macrismo

5 de abril de 2019. Informe del FMI basado en tres puntos negativos: “Inflación decepcionante”, “mayor dolarización y salida de capitales” y la necesidad de mayor ajuste por la caída de ingresos fiscales. Antes de desembolsar el cuarto tramo del préstamo por 10.870 millones de dólares (38.900 millones en menos de un año); Christine Lagarde le pidió a la Argentina, “mayor racionalización del gasto público” o sea más pobreza. El Fondo dijo que las políticas diseñadas en Washington están dando fruto y que la recesión tocó fondo”; pero que aún decepcionan los niveles de inflación: “El inicio de la carrera electoral puede incrementar la ansiedad del mercado, alimentando una mayor dolarización y salida de capitales”, indica el documento. El organismo contempla potenciales corridas cambiarias relacionadas con la elección presidencial y pronostica “riesgos significativos” sobre la sustentabilidad de la deuda externa. El FMI plantea que una devaluación similar a la de 2018, llevaría la deuda externa hasta el 150 por ciento del PBI. La orden es muy clara, achique y ajuste: “A la luz de un nivel inferior al esperado del ingreso tributario en el primer semestre del año, será crítico actuar continuamente con prudencia en la ejecución de los planes de gasto y tomar otras medidas para incrementar los ingresos fiscales”. La concesión de Lagarde, fue habilitar el programa de subastas diarias de dólares con el que el gobierno pretende intentar desarticular las presiones cambiarias: 9.600 millones de dólares hasta fin de año, a través de subastas diarias de 60 millones de dólares. El Fondo respaldó la presentación del proyecto de reforma de la Carta Orgánica y la desregulación del sector aerocomercial.

FRENTE PRODUCTIVO (Daniel Moreira) Vivir dignamente no se ha vuelto una tarea fácil en los tiempos que corren. Transitamos un triste deambular por la desgracia, donde parecen sobrar las malas noticias y faltar mucho el mango. Tarifazos en los servicios públicos; incremento de la desocupación; baja del poder adquisitivo de los trabajadores; jubilados a los que no les alcanza para poner un plato de comida en la mesa; cada vez más niños excluidos del sistema educativo, por no poder pagar un boleto de colectivo. Pymes que cierran todos los días. Ricos más ricos y pobres más pobres. La realidad está bien clara. Y, aquellos que peinamos canas, sabemos que aunque nos prometan que mañana saldrá el sol y todo estará mejor, eso nunca sucederá, en tanto no se cambie de raíz un modelo de país diseñado para la exclusión, inmerso en las redes de intereses foráneos. Argentina está atravesando una grave crisis económica, política y social. Eso se debe a que el modelo de Cambiemos, con Macri a la cabeza, puso la economía del país al servicio de la especulación financiera, aniquilando el entramado productivo y a todos sus actores: industriales, trabajadoras y trabajadores, pequeños productores agropecuarios, comerciantes, cooperativistas. Todos. Recuperar el país de la profunda crisis en la que nos metieron implicará recuperar la soberanía nacional. Y, para ello, hay que dar una auténtica y fuerte discusión con el empuje del pueblo como actor movilizado en las calles, para dar las peleas que sean necesarias contra quienes representan a este proyecto. Batallar contra los mismos de siempre. Este es el mismo pueblo que expulsó al Imperio británico, en las invasiones inglesas de 1806 y 1807. El mismo pueblo de Don José de San Martín, que soñó con la Patria Grande. El pueblo que rompió las cadenas que lo ataban a la Corona española. Y también, luego, un pueblo de “grieta”, con intereses bien marcados en cada lado: federales y unitarios; radicales y conservadores; peronistas y antiperonistas. Hoy la “grieta” hace que la lucha vuelva a repetirse, una vez más: patria o colonia sigue siendo la consigna que nos interpela. Y, en este sentido, debemos ser conscientes -y concientizar a otros- sobre algo fundamental para no repetir los pasajes trágicos de nuestra historia: estamos donde estamos por decisiones políticas. Aunque pretendan subestimarnos y nos quieran hacer creer que “pasaron cosas”, lo que hubo fueron políticas públicas deliberadas. Un plan metódicamente llevado a cabo por los grandes poderes concentrados, con la indispensable complicidad de los medios de comunicación. En este sentido, a los argentinos nos toca enfrentar hoy a un enemigo mucho más abstracto que los mencionados, aunque con un correlato material en nuestro devenir cotidiano: el neocolonialismo. Por eso, la discusión que debemos dar frente a esta realidad es histórica y hay sólo dos modelos de país en pugna: por un lado, uno que sigue concibiendo a la Argentina como nación periférica, agroexportadora, proveedora de materias primas; y por otro, uno que piensa al país como nación soberana y, por ende, procura el desarrollo industrial con agregado de mano de obra. Este segundo modelo es el único que permite generar empleo e inclusión. Los pymes, al ser responsables del 80% de la mano de obra privada del país, somos un sector dinamizador de la generación de empleo, de ingresos y de agregaduría de valor para el país. Cuando una pyme tiene laburo paga los salarios de sus trabajadores, compra mercadería a proveedores del barrio, mejora las instalaciones, compra máquinas, paga fletes, contrata volquetes: todo eso se vuelca al mercado interno y genera el mencionado círculo virtuoso, porque esos salarios vuelven al consumo y el consumo genera producción. Algo que hoy no sucede. Desarrollar la industria nacional o privilegiar la timba financiera es una decisión política, o tenemos un Estado que sea garante del desarrollo de los que trabajan o uno que fomente a los que especulan. En la Argentina de Cambiemos, la apertura indiscriminada de las importaciones, la desregulación del mercado, las tasas de interés cada vez más altas y la dolarización de precios como los de combustibles y tarifas, para una economía que se sustenta fundamentalmente del consumo, sólo multiplicaron la devaluación, la transferencia de recursos y la deuda, para financiar la fuga de capitales. A esta altura queda ya bien claro que este modelo económico no sirve para la gran mayoría del pueblo. Por eso, debemos ser capaces de plantearnos (hacia dentro del movimiento nacional y popular y hacia afuera), una visión de futuro. Futuro a largo plazo, “futuro” pensado en términos de profundas transformaciones sociales, políticas, culturales. No es tiempo de tibieza, es tiempo de definiciones a favor de las mayorías populares. No es tiempo de discusiones banales sobre nombres propios, sino que debemos construir la unidad para transformar de raíz a la sociedad argentina y sus instituciones. Asumir esta tarea, implica una enorme responsabilidad. Leer, formarnos y enriquecer nuestro marco teórico es clave en ese camino. El ejercicio histórico que nos demanda el tiempo nos exige lecturas. Interpretaciones. Recorridos necesarios por los pasillos de la memoria que nos llevan indefectiblemente a la reflexión. Lecturas que nos permiten un análisis diferente de la realidad y nos obligan a ver el mundo desde otra perspectiva: con una mirada histórica y, por ello, crítica del presente. Libros como éste son absolutamente necesarios. La gesta emancipadora no será sencilla. Pero contamos con el antecedente histórico de haber caminado juntos años de independencia económica, soberanía política y justicia social. Y sabemos también que, a pesar de todo el terror histórico que la derecha usó a lo largo de nuestra historia, ¡no nos han vencido! Daniel Moreira (Presidente de Asociación Pyme y referente del Frente Productivo Nacional).

DURMIENDO CON EL ENEMIGO: Miércoles 29 de agosto de 2018. El mensaje duró exactamente, 1 minuto 42 segundos. El texto más corto de la historia económica argentina, comenzó a consolidar la dependencia política de dos o tres generaciones. La Biblia del macrismo, bautizó al nuevo “abrazo del oso”, como un “financiamiento preventivo”. Después de destruirlo todo en tiempo récord, Cambiemos entendió que la única salida era el Fondo Monetario Internacional. Un Macri en pleno jaque mate, anunció desde Olivos que el FMI giraría 29.000 millones de dólares hasta 2019; partidas que estaban previstas originalmente para 2020 y 2021. El Presidente afirmó que con esos verdes en el bolsillo, buscaba “fortalecer la confianza y retomar el sendero de crecimiento lo antes posible”. En realidad, el monto total tenía como destino las cuentas de los bonistas y esos dólares solo estaban proyectados, para no caer en un default previsible. “Sé que estas situaciones tormentosas generan angustia y preocupación en todos ustedes. Pero sepan que estoy tomando todas las decisiones necesarias para cuidarlos. Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para salir adelante. Estoy convencido, más que nunca, que juntos vamos a poder superar nuestras dificultades, cambiando de verdad, de raíz, y entendiendo que no hay atajos mágicos”, concluyó el primer mandatario.

El 3 de enero de 2006, Néstor Kirchner canceló en un solo pago la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional por más de 9.800 millones de dólares. Créditos pedidos de Videla a Duhalde. Las divisas giradas desde las Reservas del Banco Central permitieron un ahorro de 842 millones de dólares en intereses y terminar con las condiciones que imponía la entidad financiera en la economía interna.

Cuatro meses después del histórico anuncio de Macri, el Fondo aprobó otro desembolso de 7.600 millones de dólares, en un nuevo capítulo de los subsidios para no caer en cesación de pagos. Muerta la economía real, el mayor proceso de endeudamiento en dólares de la historia, confirmaba una vez más que solo era posible sobrevivir con respirador artificial. Ambito Financiero dijo en tapa el 20 de diciembre, que el “FMI liberó a Macri de reformas previsional y laboral para 2019”. Por lo tanto, Lagarde autorizaba hasta nuevo aviso al gobierno“independiente”, a destruir el sistema de reparto y pulverizar los derechos laborales. Paralelamente, el FMI le exigió al Gobierno que no aumentara los salarios y profundizara el ajuste. “Será importante resistir las presiones en el sentido de mantener los subsidios a la energía y aumentar los salarios”, advierte el documento previendo que en un año electoral será difícil mantener a los gremios conformes, más aún si se tiene en cuenta que este año la pérdida del poder adquisitivo superó el 10% en promedio. Según el memorando, “Argentina cumplió con todos los criterios de desempeño de esta etapa” y en sus primeros enunciados se explica que “la recesión que afecta actualmente a Argentina” es producto del “impacto de la grave sequía… así como el endurecimiento de las condiciones financieras externas”.

EL DOLAR MODIFICO EL GABINETE: En septiembre de 2018 no encontraron la forma de frenar al verde (42 pesos) y buscaron oxigenar al muy cansado “mejor equipo de los últimos 50 años”, con muchos cambios en el elenco ministerial. Sin Quintana ni Lopetegui, la mayoría de las modificaciones estuvieron ligadas a responsabilidades ministeriales: Educación sumó Cultura y Ciencia-Tecnología; la Jefatura de Gabinete absorbió los Medios Públicos y las carteras de Ambiente y Turismo fueron convertidos en secretarías y pasaron a depender directamente del Presidente. El ex ministro de Modernización, Andrés Ibarra, se convirtió en el nuevo vicejefe de Gabinete. Economía se quedó con Energía y a cargo del área quedó Javier Iguacel. Producción, absorbió Trabajo y Agroindustria y el ministerio de Desarrollo Social incorporó Salud. Victoria del dólar contra un grupo que lo había utilizado como bandera electoral, a través del fuego amigo generado por el capital local.

LAGARDE A CARGO DE LA ROSADA: A mediados de noviembre de 2018, después de 13 horas de debate y con la ayuda del bloque que lidera Miguel Angel Pichetto; el FMI logró aprobar el Presupuesto del ajuste. Con 45 votos a favor y 24 en contra, la Cámara alta consolidó el achique que antes había autorizado Diputados, sobre áreas tan sensibles como Salud, Educación y Ciencia. Objetivo cumplido: pagar en tiempo y forma los vencimientos de la deuda externa de 2019. Los márgenes teóricos del presupuesto, fueron absolutamente ficcionales: recorte de 400 billones de pesos, inflación 2019 del 23%, dólar a 40,10 pesos, caída de la actividad económica del 0,5%, descenso del 1,6% en el consumo privado y muerte de la inversión del 9,7%. "No se sale de la recesión aumentando el gasto público", dijo Cristina Fernández de Kirchner en el recinto. Agregó que "la recesión se va a profundizar", que "es necesario tomar políticas públicas activas" y sentenció que "con este presupuesto vamos a profundizar el sufrimiento de los argentinos". "Estamos yendo por el peor camino. Van a dejar un país infinitamente peor al que recibieron", aseguró la senadora.

CUENTAS PENDIENTES: Carlos Menem y sus dos cómplices, Domingo Cavallo (Economía) y Armando Caro Figueroa (Trabajo), fueron los primeros culpables. La ley de flexibilidad laboral para Pyme (24.467), se sancionó en 1995 y sus objetivos fueron tres: habilitar el pago en cuotas del aguinaldo, flexibilizar las vacaciones y reducir el costo de las indemnizaciones. La norma murió por ausencia de uso, porque nunca se aplicó. Cuando a Dante Sica, Mauricio Macri le encomendó negociar por rubro la reforma modelo 2019, copió y pegó aquel sueño del segundo desembarco neoliberal en la Argentina. Solo le sumó el “banco de horas”, una sutileza idiomática para bautizar el plan destinado a estirar hasta 12 horas la jornada laboral y regularizar el trabajo a domicilio. El ministro de Producción eligió a los empresarios y sindicalistas textiles, los más amenazados por la apertura indiscriminada de importaciones, soñando que la desesperación los llevaría a firmar cualquier cosa. Pero productores y trabajadores, se negaron. En 2015 existían más de 115 mil puestos de trabajo formales en la industria textil y 3 años después solo quedan 98 mil. La caída interanual de la producción fue del 32,2% y acumuló en los primeros 11 meses del año pasado una contracción del 13,6%. Pocos días después, el oficialismo fue por la revancha y esta vez los que se negaron fueron los metalúrgicos. Fruto de estas derrotas, el Plan B de Sica fue armar una comisión de notables. Entre los que conformarían el seleccionado de lo mejor de cada casa, aparece Julio Simón, abogado del Sindicato de Gastronómicos de Luis Barrionuevo… Prohibido olvidar. Cada medida económica es política y toda decisión política es económica. Importaciones, devaluación, retenciones 0, muerte del salario o tarifazos, son fruto de la acción de gobierno. No representan la consecuencia de problemas climáticos, ni son tormentas, terremotos o cualquier otro fenómeno que la naturaleza fabrica sin nuestra autorización. En sentido inverso, pero de la mano de la misma lógica, por supuesto que industria nacional, defensa del peso, impuestos a las millonarias ganancias del país extractivista, paritarias fuertes y subsidios energéticos, también son fruto de la osadía, valentía, audacia, valor y arrojo, de un proyecto nacional y popular enfrentando al poder real. Segundo dato. Teniendo en cuenta que por cada dólar de deuda externa, los centros financieros de poder imponen una orden, los préstamos no solo hipotecan a futuras generaciones, sino que también establecen la crueldad de los ajustes que terminarán en el presente, con la calidad de vida de millones de seres humanos. La relación de Macri con el Fondo está en modo De la Rúa, desde junio de 2018. Un país sin economía real, incapaz de generar recursos genuinos, solo recibe ayuda para no entrar en cesación de pagos. Prepara la llegada de las multinacionales, bajo características de producción del sudeste asiático. Y como cada medida económica es política, el Fondo viene por la revancha casi dos décadas después. No pudo en tiempos de la Banelco y ahora regresa por lo que el neoliberalismo local le promete por segunda vez: la reforma laboral. El objetivo es, fue y será, terminar con cada una de las leyes que comenzaron a multiplicar derechos desde principios del siglo XX y despedazar las reglas de juego que llegaron para quedarse, cuando el primer peronismo puso el pie en el acelerador. Ante los supuestos derechos adquiridos, sobre bienes y seres humanos que el capital creía poseer, a partir del ’43 la Argentina vivió un clima revolucionario que se apagó con fiereza (bombardeo, fusilamientos, cárcel, exilio y desapariciones) y que luego se encendió de a ratos (sustitución de importaciones, demanda comercial, crecimiento industrial, ocupación, nacionalización del Banco Central, estatizaciones y fundamentalmente, restructuración de la deuda vieja y congelamiento de préstamos nuevos).

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