BASTA DE CÁMARA, ACCIÓN
- Circo Criollo Revista
- 20 mar 2022
- 4 Min. de lectura
Por Leonardo Alonso

Para quienes vivimos la política como un hecho cotidiano es casi imposible dejar el análisis, mirar cada costado, cada frontera y hacer diagnósticos y proyecciones, pero no debemos abandonar nunca el contacto con el suelo, llegar a la noche sin haber visto a la cara a la desigualdad.
Los diagnósticos deben servir para dar otro paso, y en definitiva darlo, de otro modo nos quedamos mirando desde arriba, en una altura imaginaria habiendo desarrollado complejas formas de justificación para aquellos problemas que no resolvemos.
La distancia se convierte de a poco en aislamiento, en enormes espacios entre realidades inconexas, la de superestructuras elaborando estrategias dentro de un microclima y bases que caminan solitarias intentando contener una realidad insostenible, en el medio, un vacío dieléctrico imposible de conducir.
Ya se repitió hasta el cansancio lo de la heterogeneidad del movimiento nacional y popular, de la necesidad de ganar elecciones para generar políticas, pero para ello es fundamental convertir ese proyecto electoral en político, es imprescindible conducirlo, pensar la forma de sostener el equilibrio poniendo a las mejores personas en cada campo para construir un gobierno que gestione para la gente, en cada lugar, en cada territorio, en cada metro cuadrado, sin excepción.
Entendiendo que aquella distancia entre las necesarias superestructuras y sus visiones con las bases caminando solitarias, es una de las causas de vaivenes en los resultados, tanto electorales como de gestión y análisis. No hay posibilidad de saldar la deuda de la política sin estrechar esos vínculos, planteo que por supuesto no deviene del pensamiento de este autor, sino de la conducción del peronismo desde hace más de 70 años.
No sé cómo, ni pretendo encontrar motivos en éste análisis, se han perdido los cuadros intermedios, aquellos que interpretan las necesidades superestructurales y conocen la realidad cotidiana en cada territorio, verdaderos hilos conductores capaces de comprender y elaborar estrategias para ser un puente de construcción entre elaboradas alquimias de la política macro, con las necesidades y derechos de quienes deberían ser el principal objetivo de la gestión pública, pero además, capaces de llevar éstas últimas realidades a quienes desarrollan aquellas miradas globales.
Sin este desarrollo, y disculpen el atrevimiento, no hay peronismo ni movimiento nacional y popular, sino un montón de dirigentes buscando herramientas políticas y económicas para poder hacer cosas que en definitiva nunca se terminan de realizar.
Cada lugar conseguido, incluso legítimamente buscado, debe servir para el desarrollo de una sociedad económica y socialmente en ascenso, reconocer derechos de mayorías y minorías, terminar con el amor por la derecha con lo exclusivo, universalizar conquistas, tal como dice el índice de cualquier libro de construcción política, que siempre, pero siempre, debe ser colectiva, amplia y en desarrollo constante. Está repleto de gente haciendo peronismo que no nos vota, descreída de la política, vista como una entelequia inútil, mientras nos sentamos en mesas a darnos clases de peronismo y buscando de algún modo comunicar excusas.
Debemos ejecutar, llenarnos de acciones políticas que desarrollen los mandos medios, escuchar a quienes conocen las veredas a fuerza de suelas gastadas y hacerles partícipes de desarrollos para toda la comunidad, dejar pretensiones de conducción cuando ni siquiera somos capaces de sostener un mísero volante, comprender que la conducción política no tiene que ver con la pretensión de nadie, con las ganas o con la historia, porque antes de semejante acto de ansiedad, debemos conseguir una sociedad organizada a la cual conducir, convertir masa en pueblo, reconocer sus necesidades y honrar sus objetivos.
Esto no se logra repitiendo slogans, mirándonos el ombligo con jactancias personalistas, convenciendo a nadie de proyectos que nos cansamos de olvidar, sino siendo parte y respetando a quienes quieren, con absoluta justicia, ser también parte de una idea que de verdad le transforme la vida a la gente.
La acción política no es sacarse fotos firmando convenios, ni replicar coloridos gráficos que explican cómo ha bajado el déficit comercial a partir de la exportación de autopartes plásticas, sino buscando universalizar derechos que hoy son exclusivos, y además no sólo excluyen a la gente más pobre, que es mucha.
La gestión pública con esa perspectiva, no es un puerto posible sin este desarrollo, sin el respeto a la militancia, sin tener en cuenta a las propias bases, o sencillamente sólo recordándolas durante unos meses cada dos años con el único fin de pedir que se redoblen esfuerzos para olvidar lo dicho apenas 24 horas después de cada elección.
Dejando de lado entonces, proyecciones apocalípticas, quejas repetidas o estrategias inconducentes, considero indispensable comprender la heterogeneidad para lograr un objetivo común, desarrollar los puentes para un movimiento político consistente con el desarrollo de soluciones reales para la gente en general, universalizar ese reconocimiento sin miradas de reojo a nadie que pueda disfrutarlas o ya lo haga, pensar que cada lugar legítimamente obtenido y buscado en la gestión pública tiene como único fin lo anterior, respetar a cada militante, a cada organización política y de allí a cada ciudadana, ciudadano o ciudadane en cada acción política, pensar que cada quien que integra el movimiento tiene un lugar para desarrollar y desarrollarse sin egoísmo y abandonar definitivamente la idea que la conducción se impone por cualquier razón, aunque por aquella que lo hace quien lleva adelante la política como herramienta de transformación con el reconocimiento de un pueblo que por ahora, la mira desde la banquina.
Las cámaras ya las conocemos, es momento de la acción.
Comments