top of page

El Peronometro

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 20 dic 2018
  • 3 Min. de lectura



Vamos a ser prácticos. Cuando se pone en cuestión kirchnerismo o peronismo se está discutiendo un par de asuntos, mínimamente.

Una es la de la identidad. Otra es la de la pertenencia a una agrupación u orga definida políticamente de una u otra manera.

Ambas cuestiones pueden fundirse en una misma definición o no. Esto sucede en el infinito mundo de la política contemporánea.

Si miramos la cuestión de la identidad, es obvia la existencia de un conjunto de compañeres que son kirchneristas no peronistas, como también un conjunto de peronistas no K. Pero también peronistas K.

Así cuando un periodista de Clarín te pregunta con maliciosidad si sos kirchnerista, vos podes contestar desde tu identidad o desde tu organicidad. Pero evidentemente si estas en UC/FPV no podes eludir tu pertenencia orgánica, independientemente de tu identidad, por caso, peronista.

Si estás ahí y arrugás, te la embocan. Por ahí no te ligas el pelotazo en la cara, pero te la embocan porque dejas como significante vacío que te queres diferenciar, y así ahondas la estigmatización.

A manera de ensayo quiero argumentar que más allá de estos rótulos de la guerrilla verbal política, el peronismo ha sido siempre estigmatizado por los aparatos culturales de las clases dominantes argentinas. Eso lo sabemos todos, pero vale la pena repasarlo.

Así fue que en el ’45 éramos nazi-fascistas.

Pero en el ’55, la tiranía demagógica.

Y en el ’76, lo que nos englobaba, mas allá de las profundas diferencias que se habían producido en el movimiento, era el proyecto de las clases dominantes de pulverizar el modelo peronista, criticado por Martínez de Hoz y elenco como un intervencionismo económico estatizante y socializante.

En el siglo XXI afirman que somos el populismo, es decir, una nueva versión del proyecto del ’45 que nos ha llevado supuestamente al fracaso argentino.

Si no aprendemos de esto, no hay posibilidades de construcción política popular.

Porque el peronismo fue, como él bebe Cooke definió, el hecho maldito del país burgués.

Esa es nuestra historia, y no es posible ‘adecentarla’, volverla decente para las clases dominantes. Y por cierto, dejemos de echarle toda la culpa a las clases medias, que ya me tienen harto con esta cantinela de los globoludos y una lista de superioridades infinita.

Fuimos malditos por lo material y simbólico que significó el 50 y 50 de El General.

Por La Resistencia del ’55.

Por Huerta Grande (1962)

Por la CGT de los Argentinos (1968)

Por las formaciones especiales (1970)

Por la J.P. Regionales (1973)

Por la Renovación (1985)

Y por el Kirchnerismo (2003).

De vuelta, no es que tenemos un pasado impoluto, llena de blasones, triunfos y derrotas orgullosas. Hay ahí también una lista de errores políticos que todos conocemos, pero que no representan una desviación fundamental en estas siete décadas de historia.

Porque el problema que incuba estas siete décadas de historia peronista es que en cada coyuntura anidó también expresiones de la reacción, de aquello que le dio a las clases dominantes su derecha con anclaje social.

Como el Vandorismo (1962)

El C de O (1973)

La AAA (1975)

O las versiones neoliberales del Menemismo (1989) o del peornismo racional (2015)

Porque ahí también está la cuestión. Si te queda cómodo deskirchnerizarte, allá vos, pero definite, y sabe que si optas por un proyecto peronista, en una agrupación peronista, no vas a poder evitar sentirte igualmente estigmatizado, a menos claro, que asumas el programa coyuntural de nuestras clases dominantes y te postules como lo mismo que Macri pero mejor.

El Peronologo.

Comentarios


bottom of page