El torbellino de la memoria (I)
- Circo Criollo Revista

- 9 dic 2021
- 3 Min. de lectura
Crónica de una investigación
1. De penas y olvidos…
Pasó como una cuestión incidental. Hace unos días, revisando el generoso archivo del periódico Lo Nuestro para una investigación en curso, una nota del ochenta y tres me golpeó en la conciencia una vez más. “Sabattini denunció el hallazgo de once cadáveres no identificados en el cementerio de Olivos” (Lo Nuestro, 29 de diciembre de 1983, página 12).
De ahí en más no pude dejar de hacerme preguntas, buscar información, cuestionarme sobre lo que hicimos en estos años con esta denuncia – trein ta y o cho para ser más precisos- que se había escurrido entre los dedos, evaporado de la memoria. No digo yo personalmente, aunque si, también.
Todo sucedió en el mismísimo momento de toma de posesión del cementerio municipal en el ochenta y tres por parte de la administración municipal radical. Rosseti, el director saliente informó que tenía documentación que quería entregar personalmente al nuevo intendente.
Era una notificación policial, de la comisaria Tercera de Munro, del 31 de diciembre de 1976, solicitando la recepción de cadáveres.
En la nota se expresa que el pedido era cursado por orden de las fuerzas militares, solicitando la recepción de cinco cuerpos NN masculinos y tres femeninos. Y que las ocho personas fueron muertas ese mismo día, el 31 de diciembre, con intervención militar del área 450.
“El documento, que permaneció en el archivo del cementerio durante todos estos años, está firmado por el comisario Walter A. Polidori”.
Pocos días después, detalla la crónica, el 13 de enero de 1977, un nuevo pedido llega a la administración del cementerio. “Esta vez la nota pedía sepultura para tres subversivos abatidos por fuerzas de seguridad, dos de sexo masculino y uno femenino. Sin embargo, esta nota, que también provenía de la comisaria de Munro, tenía una firma que no detallaba a quien pertenecía.”
Una mirada historiográfica sobre este momento inquietante de la transición democrática, reconstruye esta particular coyuntura, tras la guerra de Malvinas, con precisión notable y economía expresiva.
La dictadura quedó aislada internacionalmente, perdió el apoyo de las clases medias, que ahora consideraban falaz su discurso y denostaban su autoritarismo, su incapacidad para garantizar el consumo y contener la inflación, y se manifestó de manera abierta la protesta sindical, reprimida con violencia días antes de comenzar la guerra. En ese contexto se produjo la ruptura del silencio público sobre las desapariciones. A partir de octubre de 1982, pero de manera especialmente notoria en el verano de 1983-1984, la prensa –poco antes favorable a la dictadura- difundió intensamente, y con un cariz sensacionalista, las exhumaciones de tumbas NN efectuadas tras las denuncias de familiares de desaparecidos; publicó testimonios de sobrevivientes, informes de los organismos de derechos humanos y declaraciones de los perpetradores relatando sus crímenes. Así, las desapariciones se instalaron como tema central de la información pública aunque la presentación privilegiada (fue) bautizada por su estilo como ‘el show del horror’(…) (E. Crenzel, La historia política del Nunca Más).
La cobertura de la conferencia de prensa del intendente Sabattini y sobre la llegada del juez al cementerio de Olivos mostró algunos de estos contornos en la búsqueda de la nota llamativa (me refiero en particular a los medios nacionales) con la descripción acaso imprudente y poco informada sobre la violencia ejercida sobre esos cuerpos. Digo imprudente y poco informada porque aún no había ningún estudio fehaciente, científico, y sólo se hablaba a través de trascendidos.
Cerrado el capítulo de las declaraciones de ocasión y de fe en la esperanza del esclarecimiento de estos crímenes de lesa humanidad, los caminos judiciales y políticos nos dejaron hasta hace relativamente poco, sin nada más que la hojarasca de ese momento furtivo y aleccionador de poco y nada.
¿Qué sabemos de estas víctimas del genocidio argentino? ¿Sabemos quiénes eran? ¿Sabemos en qué circunstancias se dio estos supuestos enfrentamientos?
A esta altura de las preguntas, ya no me quedan dudas de que el cementerio de Olivos es otro sitio de memoria de Vicente López. Otro más sin señalización, como la comisaria de Villa Martelli o el regimiento de Villa Martelli. Otro sitio de memoria más en la que notaremos la ausencia de las autoridades municipales en todo los que signifique Memoria, Verdad y Justicia. (Continuará el 22 de diciembre)
Nota al lector: Estimo que mucho de lo aquí narrado es parcial o totalmente conocido, aunque por algún motivo no se encuentra inscripto en la memoria colectiva sobre el terrorismo de Estado de nuestra comunidad. Desde ya agradezco cualquier tipo de información que pueda aportar o la corrección de algún error deslizado en estas notas.








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