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LA POLÍTICA EN CALESITA

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 4 dic 2019
  • 7 Min. de lectura

Por Leonardo Alonso


LA POLÍTICA DE LA NO POLÍTICA

Sobre el final del Gobierno de Cristina, tras doce años de mandatos populares, la derecha organizada disparaba sobre varios blancos, utilizando en forma falaz, algunos datos de la realidad para actuar siempre sobre la subjetividad de la opinión pública, en forma directa, sin intelectualizaciones ni análisis profundos, utilizando golpes de efecto que terminaban naturalizando generalizaciones. Y lo hacían sabiendo que existe aún una base social que les permite afirmar cualquier cosa sin que se oponga cuestionamiento alguno, con la única motivación de lo emocional, de la fe, sostén fundamental de la creencia irracional sin cuestionamientos ni evidencia. En contraposición, se hablaba de veredas, de razón, batallas culturales y hasta aparecía cierto menosprecio personal, de origen también emocional, atacando posturas irracionales con el insulto como respuesta, y tal vez la insistente intelectualización de las consecuencias, buscando descripciones o análisis sesudos de lo que lograba la derecha, quedando muchas veces atónitas y atónitos con las respuestas de personas a las que nos emperramos en convencer de su error, cayendo poco a poco en la lógica de los bandos con discursos radicalizados en los que la derecha siempre hizo pie y caminó cómoda, sin olvidar actitudes similares de “las propias y propios”.

Su éxito electoral no fue rotundo, ganaron por muy poco en un ballotage, aún con construcciones vagas, personalistas y frases de medio pelo, sin embargo, respecto de la construcción de la subjetividad la cosa era diferente, el triunfalismo fue explotado por los mismos canales y terminó siendo un festejo de entelequias, “la gente” eligió cambiar, a pesar del feo día que le impidió acompañar, todo un postulado del manual de marketing político.

Gobernaron bajo los mismos preceptos, tomando medidas que se contraponían con su discurso y obteniendo obvios resultados, sin embargo, “la gente” entendía, escuchando exactamente lo contrario de lo que en realidad sucedía, sin siquiera intentar una mínima discusión, cuestión que merece un análisis más profundo que la simple idea de la irracionalidad del odio o la calificación fácil.

Es decir, mientras se reconstruía la naturalización de la inequidad, nos pasamos demasiado tiempo discutiendo sus consecuencias, hablándonos a nosotrxs mismos.

Así fue como nos dijeron que la inflación estaba bajando, que lo juzguemos por la baja de la pobreza, que crearon puestos de trabajo, que se equivocaron con buenas intenciones, que Caputo jugaba en la Premier League y que Aranguren no laburaba para Shell, todo mientras destrozaban el aparato productivo, aumentaba la inflación, la pobreza, la indigencia, el hambre, mientras cerraban decenas de miles de empresas, aumentaban las tarifas más de treinta veces sin una sola inversión, se fugaban la guita que pedían a manos de empresas propias, facturaban las comisiones, regalaban los recursos a sus empresas y nos reprimían a lo bestia.

Es bueno recordar también, que a pesar de los resultados, hasta marzo de este año, era más probable que ganaran en un ballotage a que hubiese un gobierno de corte popular.

Me permito el atrevimiento de suponer que la cuestión siempre fue política e ideológica en términos reales, claro, pero no así en cuanto a la percepción subjetiva de una parte importante de la sociedad que seguía, y tal vez sigue debatiéndose entre los datos duros de la realidad y las fantasías impuestas al inconsciente colectivo.


LA POLÍTICA TOMA VUELO

Ante semejante realidad, se llegó a un punto de no retorno. Sabemos que en una región personalista y profundamente presidencialista, no había demasiadas alternativas.

El gobierno, agobiado por una realidad que buscaron, pero ya no podían ocultar, cargó sus baterías de campaña basado en la contraposición de dicha naturalización, la cagamos, pero Cristina es peor. Teniendo en cuenta además la experiencia de Brasil, aunque sin haber logrado, aún con aberraciones jurídicas e intenciones claras, anular las posibilidades de la mejor candidata de la oposición, sí habían conseguido limar lo suficiente su imagen ante la opinión pública como para ponerle un techo como electora, y sabiendo también que los votos no se transfieren, dejaban sin demasiado margen a la oposición. La jugada era lógica, sin demasiada genialidad, pero llevada adelante con convicción.

Un sábado de ese mes, desde tempranito, nos despertábamos no sólo al fin de semana, sino al regreso de la política. Cristina anuncia su decisión de ser candidata a vicepresidenta y convocar a Alberto Fernández a acompañarla en la fórmula, y listo, hasta con la forma de comunicarlo escribió tres tomos de historia política con una carcajada como epílogo. Si existiese un manual para escapar para adelante, deberían reemplazarlo por esta genialidad.

Ese día la política le dio un chancletazo al marketing y dejó millones de mandíbulas en el suelo, ojos abiertos sin pestañar, sonrisas clavadas, gente aplaudiendo mientras asentía con la cabeza, e incluso varias y varios haciendo todo eso junto.

Por semanas se habló de lo mismo, los medios hegemónicos seguían tirando manotazos al aire, criticando a Cistina e intentando empezar a pegarle a Alberto, pero con las piernas flojas y caminando en círculos, maduraba el knock out.

Pero nada es tan fácil, y todas las estructuras partidarias comenzaron a mover piezas para caminar para atrás sin caerse en el intento, buscando acercarse de prepo a la nueva centralidad política.

Alberto empezó con su conocida habilidad para tejer acuerdos, recorrió todos los pasillos con las manos abiertas, pero con el ancho de espada pegado en la frente, en política, se trata de influencia y poder, y la administración de las tensiones no deben herir construcciones propias, aunque tampoco pedir sin ceder, porque a la larga, eso se rompe.

La centralidad política de Cristina era otro tema a resolver, y otra genialidad la resolvió, la campaña es de Alberto, Cristina presenta el libro, y luego coincidir en actos en lugares estratégicos.

En ese marco, ambxs llegaron a los lugares donde se sintieron más cómodxs, presentaciones, charlas académicas, reuniones populares, y siempre sumando adherentes, personalidades de los distintos ámbitos de los escenarios propuestos en la campaña.

De allí salió la candidatura del actual gobernador electo, Kicillof era el único candidato que transfería casi todos los votos de Cristina en la Provincia de Buenos Aires, que además recorrió sin descanso desde el final del gobierno de Cristina.

Mientras tanto, el país se seguía (y se sigue) cayendo a pedazos, por mérito exclusivo del gobierno que, a entender de este autor, consiguió los resultados económicos deseados, aunque le fue imposible sostener las consecuencias sociales dada su propia brutalidad.

LA REGIÓN

Sobre el final de la pesadilla que nos propuso el regreso de la derecha en nuestro país y gran parte de Latinoamérica, la región comenzó a vivir procesos complejos, las democracias de baja intensidad no sólo pisaron a las mayorías populares con la economía, sino que destruyeron la institucionalidad. En Argentina, el gobierno de Macri empezó nombrando dos jueces de la Corte y derogando leyes por decreto, presiones sobre la procuradora y titulares de agencias estatales, armado de mesas judiciales con intervención del ejecutivo y jueces federales, un proceso claro de persecución a opositoras y opositores y una abierta corrupción a la que increíblemente llamaron “conflicto de intereses”, absurdo que sólo pudo sostenerse con aquel trabajo sobre la subjetividad del comienzo de esta nota.

Pero nada era muy diferente en el resto de los países de la región, Sin olvidar los golpes institucionales en Honduras, Paraguay y Brasil, Perú se convirtió otra vez en una serie de escándalos que culminaron sin su conducción política presidencial. Más tarde, empezó en Ecuador un levantamiento popular, tras la traición de su presidente Lenin Moreno a los preceptos ideológicos que lo llevaron al poder, dando un giro a la derecha que terminó ahogando a su pueblo hasta llegar a un paquetazo que terminó con la explosión popular. Chile siguió con el ejemplo y su pueblo aún permanece en la calle, tras más de un mes de protestas dada la tremenda inequidad que sufre por un modelo que continúa y se sostiene sin demasiados cambios estructurales desde el manejo económico de Pinochet. Bolivia nos llevó al colmo, Evo Morales ganó las elecciones y la OEA promovió un golpe de estado, poniendo en duda la magnitud de esa victoria, la policía se acuartela y los militares terminan asaltando el poder, obligando al presidente a pedir asilo en Méjico, mientras un ignoto fanático religioso y racista se suma a los militares nombrando entre sombras a una ilegítima e ilegal representante de la embajada (ni hace falta ya extenderse en el país) quemando la Whipala en el Palacio del Quemado y comenzando una masacre de corte racista.


DESAFÍOS Y FESTEJOS


Los desafíos no son pocos, las construcciones políticas deben sostenerse con el fin de gobernar, de llevar adelante las políticas que permitan nuevamente reconocer derechos básicos que nos han robado con discursos básicos, parar la caída a la que nos sometió el peor gobierno electo de nuestra historia, y resolver las urgencias de la gente que dejó afuera del sistema.

Enfrentar el nuevo escenario regional, donde los acuerdos con los países están por encima de los acuerdos personales y hoy es casi jugar con fuego.

No obstante eso, la situación merece una profunda reflexión de nuestra parte, que no debe quedarse en la autocrítica flagelante ni en la negación enjuagada, debemos ser capaces de hablarle a todas las personas, de seguir con convicción cada medida sin dejar de hacerlo, y más aún, debemos aprender a escuchar no sólo para accionar ante la queja, sino para comprender que cosas necesitan escuchar quienes nos hablan.

Debemos hacer política, comprender que se administran las tensiones para construir poder, que si creemos que podemos hacerlo al revés nos vamos a quedar sin nada, otra vez. No sobreestimar ni subestimar a nadie y confiar en ponernos a la altura de cualquier discusión política para disputar escenarios.

Pero más allá de todo, llegamos, la pesadilla empieza a terminar, no temamos festejar, darnos espacios para el abrazo, para la copa en alto, para los gritos, para los llantos, para desinflar el esfuerzo hasta doblarnos, nos merecemos transpirar de alegría, ese día en el que las disputas se corren un cacho y nos permitimos una sonrisa compañera.

A festejar y después la seguimos.

 
 
 

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