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LAS POLÍTICAS PSEUDO-PROGRESISTAS Y SUS LIMITES EN VICENTE LÓPEZ.

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 10 ene 2022
  • 4 Min. de lectura
La grasa de las capitales no se banca más

Partamos de un piso común: entiendo como progresistas a las políticas que promueven mayor igualdad, justicia social, redistribución de la riqueza, ampliación de derechos como sustrato de la vida democrática. Digo esto porque entiendo que existe cierta devaluación del término progresista, a tal punto de utilizárselo como descalificación. No por la derecha, que prefiere el uso del término populismo para descalificar. Y no me refiero a la extrema derecha, que amagó con interpelar a su electorado con la metáfora de zurdos de mierda. El progre y su descalificación como posición política forman parte de la jerga del campo popular.

Siguiendo con ese razonamiento calificar de pseudo-progresista a algunas políticas del gobierno macrista municipal de Vicente López es casi oxímoron; bastaría con simplemente tildarlo de progre. Obviamente no es el caso ni remotamente.

Aun así creo que conceptualmente existen las políticas progresistas y creo que el macrismo local apela a un pseudo-progresismo.

Y adelanto la conclusión. El derecho a la ciudad está ausente en estas políticas (tema que espero demostrar en este artículo), pero aún más: vivimos una ciudad que promueve la exclusión a través de la valorización inmobiliaria y también por el costo del ABL, uno de los más caros del Gran Buenos Aires. Y no hay común, comunidad, ni agencia. Como diría Thatcher, no hay sociedad, solo individuos. Esto define su carácter de pseudo, obviamente.

Curiosamente se observan también límites y omisiones.

Veamos algunos casos. Para ello hemos seleccionado las áreas que reflejan una opinión pública definidamente progresista: medio ambiente, cultura, género y diversidad, Derechos Humanos, mayor participación ciudadana.

La primera constatación es que en casi todas estas áreas existen políticas municipales, menos en Derechos Humanos. Aquí vale la pena recordar la intervención de la concejala Laura Braiza del Frente de Todos en la sesión especial del 2021 sobre el 24 de marzo. Simplemente preguntó por qué no se implementó una Dirección de Derechos Humanos en el municipio, cuando se había firmado un convenio con Avruj cuando éste era Secretario de Derechos Humanos de la Nación (2015- 2019). La violenta respuesta del bloque de Cambiemos sólo demostró que esta vacancia significa un conflicto interno que el gobierno macrista no tiene resuelta.


Algo similar suele ocurrir en la Dirección General de Género y Diversidad Sexual. A diferencia de la gestión municipal pionera de los tiempos de Enrique García, la actual conducción política, tanto de Jorge Macri –en licencia- como de Soledad Martínez –interina- evitan definirse sobre los temas más relevantes en relación con las luchas del colectivo feminista y LGTBIQ. El lenguaje neutro de la página municipal informativa demuestra un perfil despolitizado de la gestión.

No es el caso de la presidenta del Concejo Deliberante, Natalia Villa, quien es una ferviente militante antiabortista y lo hace público en las redes. Aquí si aparece ostensible una definición de la segunda funcionaria en la línea sucesoria del poder en Vicente López.


En los ámbitos de Medioambiente y Cultura la densidad de las políticas municipales es central en la cuestión del pseudo-progresismo. Porque aquí sí la gestión municipal es manifiesta. Son políticas amplias y diversas, que intentan atender a una diversidad de sensibilidades de los habitantes de Vicente López. Probablemente los programas de separación de residuos pueda mejorarse, pero son suficientes como para hacer notar la presencia de las políticas locales. Día Verde, Puntos Verdes, Botellas de Amor, Residuos especiales domiciliarios. Detrás de ello queda velada la cuestión central, la de los contratos de recolección de residuos, vigentes desde hace, curiosamente, 10 años, sin licitación. Es decir, desde que asumió Jorge Macri. Costos, transparencia y valor del ABL es todo uno. Y el costo de la recolección de residuos es uno de los componentes más onerosos del municipio, que impacta en las clases populares.

Los otros programas medio ambientales como Mi casa composta, Mi cuadra Composta, Mi Plaza composta, junto con VL Huerta, Limpieza de la Costa y Plantación de árboles, carecen de impulso político y visibilidad.

Cultura es un caso también aparte. Nos muestra un perfil estético definidamente progresista en la cartelera cultural, tanto musical, de las artes plásticas, del cine o los talleres. A veces nos parece que estamos en el túnel del tiempo, en la gestión de Ibarra en CABA. Hay decididamente una contradicción enorme entre el contenido ideológico de la programación y la ideología política de Cambiemos. Siempre nos intrigó cómo tramitaba ello la propia gestión, hasta que sufrimos un baño de realidad hace unos pocos días, en la visita guiada a la muestra de Carlos Gorriarena en la Quinta Trabucco.

Una exposición valiosísima, recomendable, imperdible. Pero una puesta y una visita guiada que a lo único que aspira es a diluir la historia de este artista. Esto puede percibirse tanto en la organización de la muestra como en el discurso de la visita. Los temas tratados por el artista tanto en su periodo de los años ’60 como en su periodo de los años ’90 terminan completamente desleídos, despolitizados, aún los más evidentes. Un esfuerzo enorme por resaltar cuestiones formales y por transitar la sociedad post dictadura sin hacer mención al neoliberalismo. Y un esfuerzo en todo ello por hacer un guiño al antiperonismo local. Increíble.

En definitiva todo ello nos lleva a concluir un modelo de gestión muy segmentado, en donde acá vemos la veta pseudoprogre que puede despertar cierta satisfacción en un electorado que tiene sus necesidades habitacionales y de servicios de salud o educativas muy resueltas o tiene la capacidad de resolverlas sin necesidad de intervención del municipio, y por lo tanto su único contacto con la gestión son algunas de estas pinceladas de color rojizo, pseudo progres, para amargura de los fascistas y libertarios locales.





 
 
 

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