Latinoamérica territorio disputado
- Circo Criollo Revista
- 7 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Por Juan Disante
En Latinoamérica durante la década del cuarenta las luchas obreras y campesinas fueron creciendo. Así surgieron gobiernos populares en todos los países. En Argentina, el primer gobierno peronista posibilitó la

de políticas de redistribución de la riqueza reduciendo los índices de pobreza y desigualdad. Esto ocurría conjuntamente con una corriente de países de todo el mundo llamados del "tercer mundo". Pero, posteriormente con la Guerra Fría, el sistema capitalista reaccionó salvajemente y el campo popular fue brutalmente castigado. Siguió una época reaccionaria en donde la represión alcanzó niveles inconcebibles, como un ejemplo tipo, Guatemala, donde hubo 200.000 muertos y 45.000 desaparecidos, un millón de desplazados internos, más de 600 masacres de aldeas campesinas mayas. Sus consecuencias en todos lados: miedo, desmovilización, despolitización con características peculiares en cada caso. Siguiendo un patrón común con distintas tácticas, en toda Latinoamérica la represión funcionó de esa manera y principalmente con apoyo militar.
A partir de ella se instalaron planes neoliberales, donde se perdieron conquistas laborales y sociales históricas. (Mauricio Macri es la fiel representación de ese viejo conservadurismo atrasado y bestial que se prolongará como líder futuro de la reacción financiera).
La escuela del capitalismo caníbal fue creciendo a partir de los ochenta mientras muchos gurúes gritaban triunfales: “La historia terminó junto con la política". Pero, por supuesto, ¡no habían terminado ni la historia ni la política! Las luchas de clase siguieron vigentes como siempre y hacia finales del siglo XX y principios del XXI, a partir de las peleas de los pueblos, vuelve a surgir sincrónicamente una ola de gobiernos populares y progresistas en América Latina, de un auge pocas veces visto en nuestra región. Lugo, Lula, Correa, Chavez, Cristina, Dilma, Maduro, Mujica, con la suma de Cuba y otros, constituían emprendimientos democráticos y transformadores, aunque no terminaron de constituirse como un bloque, con problemas idénticos para conformar una Patria Grande con el apoyo de un Banco Regional, una Constitución y acuerdos sólidos que apoyaran el progreso económico y político de toda Sudamérica y el caribe unificados. La demora, sumada a las indecisiones y a las contradicciones internas de cada uno, ofreció un espacio inmejorable para que la injerencia de EE.UU. e Israel aparecieran detrás de cada uno de los escenarios de cada País latinoamericano.
Hoy se puede afirmar que en Bolivia se encuentran potencialmente todos los conflictos de América Latina en un solo haz y puede verse desde allí, como después del golpe de Estado ya no quedan dudas de que el Imperio ha decidido recuperar el control total de nuestro continente con cualquier método de acción directa. ¿Cuáles son las razones ocultas?: Las enormes riquezas, petróleo, agua potable, minerales estratégicos, alimentos, etc. Pero la apropiación de nuestros recursos no es suficiente argumento. La oligarquía imperial, junto a los cipayos regionales, acostumbrados a vernos como débiles guiñapos, jamás pretenderán aceptar que nuestros países pasen a la historia como semilleros de libertad, dignidad y soberanía. Pero no estamos solos; como dice Alberto Fernández, contamos con el enorme apoyo de los pueblos de Sud América para reemprender las duras epopeyas de Liberación.
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