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Lenguaje no binarie: Une para todes.

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 4 may 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 6 may 2019

Por Lele Rodríguez


En el mundo estereotipado que habitamos donde prima el binarismo y el deseo sexual está sujeto al pensamiento colectivo ¿Que transmitimos lxs docentes?

A partir del nacimiento comienza una etapa en la que la influencia social es evidente tanto en la creación de la idea de sociedad -como algo dicotómico y polarizado (hombre/mujer)-, como en la construcción de la propia identidad, atendiendo a los patrones de la cultura y el ambiente en el que se desarrolla. Es así que durante la infancia se crea un esquema social que divide el mundo en dos grupos atribuyendo roles a cada uno de ellos, como así también la orientación del deseo y la normatividad que existe respecto a la presunción de la heterosexualidad.

Son los estereotipos los que deben combatirse desde muy temprana edad. Aquellos que nos dicen que las niñas juegan con muñecas y cocinitas y los niños con coches de combate o naves espaciales, los mismos que determinan que los niños visten de azul y las niñas de rosa y al mismísimo armado de doble fila en la escuela.

El supuesto universal, hasta que se lo perturba, es que “todo el mundo” es, o debería ser, heterosexual y que la heterosexualidad se marca a través de rígidos binarismos de género. Transgredir las fronteras de género probablemente resulte en la interrogación social acerca de la propia sexualidad y en la amenazante insistencia de que las formas de masculinidad y feminidad deben ser rígidas en tanto opuestas y en tanto desvinculadas del proceso de construcción social. Cuando se habla de diversidad en el ámbito escolar, habitualmente se hace referencia a la clase social, a las diferencias culturales o creencias religiosas, mas no a la diversidad sexual.

Como es sabido para los grupos conservadores y de ultraderecha, las sexualidades disidentes son consideradas subversivas, por lo cual deben ser marginadas y ocultadas. La obligatoriedad hombre/mujer o la ideología que solo concibe dos géneros, facilita la reproducción de violencias contra la vida de lxs disidentes sexuales. Por lo tanto, es una práctica política nombrarse lesbiana o marica en público, expresarse como no binarie o trans, ya que son formas de emancipación política y resistencia cotidiana. Es parte del proceso colectivo comprender las diversas formas de expresar el género, las diversas corporalidades y formas de relacionarse no heterosexuales.

Lo central de esta cuestión radica en que las personas nos definimos desde el lenguaje y por medio de éste, y es precisamente esta condición la que nos permite interactuar y afirmarnos en nuestra historia y humanidad. De este modo, aquello que no se nombra o invisibiliza, es ignorado y desvalorizado, por lo que se hace imprescindible el uso de un lenguaje transformador y generador de equidad. No obstante, la utilización del genérico masculino promueve la transmisión de valores patriarcales, la producción del binarismo sexual y la reproducción de los estereotipos de género en el proceso de socialización.

El lenguaje puede ser un instrumento de cambio, de transferencia de conocimiento y cultura, pero también puede ser una de las expresiones más importantes de desigualdad, ya que manifiesta por medio de la palabra la forma de pensar de la sociedad y cómo en ésta se invisibiliza todo aquello que no esté dentro de la norma. Las construcciones del lenguaje no sexista, lenguaje inclusivo no binarie o lenguaje de género surgen de disciplinas diversas que investigan los efectos del sexismo y el androcentrismo en el lenguaje. Es por ello que de ninguna manera puede ser intrascendente.

En conclusión la utilización genérica masculina no hace más que generar construcciones mentales erróneas reforzando la universalidad del hombre como centro de la humanidad.

Es en este punto que la escuela es interpelada en tanto institución productora y reproductora de un discurso pedagógico que reconoce ciertos "tipos" de sujetos en detrimento de otros. Reproduce el orden existente y tiene el poder de generar alternativas en lo que hace a identidades sexuales en particular. Tanto la educación informal (familia) como la educación formal (escuela) están absolutamente implicadas, sistemáticamente en cada una de sus reiteraciones, en la configuración de aquello que será reconocido como aceptable o inaceptable, "normal" o "patológico".

Que la escuela se convierta en una comunidad de indagación, supone que es capaz de crear las condiciones de posibilidad para que emerjan y entren en juego las diversas formas de existir, las diversas formas de búsqueda personal y social. Finalmente, se trata de apostar por una comunidad educativa más inclusiva que expulsiva que tenga como eje transversal la defensa de los derechos humanos. En nuestras aulas hay personas homosexuales y transexuales, siempre las ha habido, pero no las vemos. O mejor dicho, no las queremos ver. Quienes estamos en el ámbito de la educación debemos terminar con el orden patriarcal y la dominación masculina, fomentando la equidad en el aula para la formación ciudadana a través de la promoción de un lenguaje que no sea racista, clasista y heterosexista, entre otras cosas.

Si bien la condición estructural de desigualdad que afecta a las mujeres y disidencias no es originaria del neoliberalismo, las divisiones de género como constituyentes de relaciones e identidades sociales se ven profundizadas por este tipo de políticas. La forma del trabajo asalariado está constituida por lógicas patriarcales asociadas a la diferenciación social de roles entre hombres y mujeres, la incorporación laboral de las mujeres -principalmente en los sectores bajos y medios- han implicado una constante “doble negociación” entre la lógica de trabajo reproductivo / doméstico y de cuidados con la del trabajo asalariado. Es aquí donde desde el lenguaje elegimos resistir. Y nuestro lugar de resistencia y cambios son las aulas junto a lxs pibxs.

La ola feminista y disidente dinamizó muchos debates en diferentes ámbitos. En lo cuales uno de ellos es poder pensar la ESI desde una mirada no binaria, con el objetivo de visibilizar las categorías e identidades, aportando a romper con la heteronorma.

Existen casos puntuales donde ya se está trabajando en la implementación del lenguaje inclusivo. En el municipio de Vicente López, el instituto de formación docente Jean Piaget, luego de un debate extenso e intenso, aprobó mediante Consejo Académico Institucional el proyecto “uso del lenguaje inclusivo no binarie” .El mismo autoriza incluirlo en las diversas modalidades de comunicación incluyendo los diferentes formatos de evaluación de los aprendizajes.

Es el Estado quien debe intervenir a través del diseño, planificación e implementación de políticas públicas educativas con una perspectiva de género que garanticen el acceso a igualdad de oportunidades a todas las personas independientemente de su género. Para ello se debe destinar el presupuesto necesario para la formación docente.

Para que haya un cambio en el lenguaje tiene que haber un cambio social. Construyamos y deconstruyamos el lenguaje. Necesitamos incorporar los cambios necesarios que la realidad nos está imponiendo.


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