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Malvinas, 40 años (VII)

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 15 abr 2022
  • 3 Min. de lectura
Geopolítica, diplomacia y poder militar.

La dictadura estableció un programa de equipamiento militar cuyo fin era convertir a las fuerzas armadas argentinas en una potencia regional sudamericana. (ver Malvinas, 40 años I, Caramelos o acero ).

Al mismo tiempo desplegó una intensa actividad de intervención en Centroamérica, como parte de un dispositivo hemisférico de contrainsurgencia.

El ejército argentino comenzó a intervenir en esa región durante la guerra civil en Nicaragua (1977-1979), e inmediatamente después proporcionó entrenamiento en contrainsurgencia y asistencia militar a El Salvador, Guatemala y Honduras. El programa militar argentino, conducido por los integrantes de los grupos de tareas veteranos de la ‘lucha antisubversiva’ en Argentina, alcanzó su climax con la organización de los Contras nicaragüenses. Tras esa empresa independiente contra los sandinistas, la Argentina se convirtió en un sucedáneo de los Estados Unidos. La administración de Ronald Reagan hizo suyo ese programa clandestino en 1981. ( ver Ariel Armony. La Argentina, los Estados Unidos y la cruzada anticomunista en América Central, 1977-1984, UNQUI, 1999).

Esta nueva relación con EEUU a partir del gobierno de Reagan fue la base sobre la cual se tejió la hipótesis de la neutralidad norteamericana al momento de desencadenarse la recuperación.

La otra hipótesis sobre la que estaba estructurada la recuperación se basaba en la decadencia de Gran Bretaña como potencia militar, sumado a ello a los conflictos internos que despertaba el programa neoliberal de Margaret Tachter.

El papel de mediador que asumió inmediatamente el gobierno norteamericano daba la impresión de confirmar la primera hipótesis. Pero esta mediación se dio luego de la votación en contra de la Argentina en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Es decir, con apoyo norteamericano y aliados y sin veto soviético.

Además se desarrolló durante la travesía de la flota naval inglesa a lo largo del Atlántico, es decir, con una amenaza real del uso de la fuerza, y con ostensible asistencia logística norteamericana.

La Argentina recibió el apoyo inmediato de los países latinoamericanos, especialmente de Venezuela y Perú. Pero Gran Bretaña recibió el respaldo de la comunidad de estados británicos y de Europa occidental, e inició una guerra económica de bloqueo de fondos y comercio. El bloque soviético y los países no alineados fueron cautelosos en ofrecer apoyo y ayuda a la causa argentina. Con justa razón percibían que no serían bien recibidos por una dictadura genocida, fanáticamente anticomunista y anti -tercermundista.

Durante la mediación norteamericana se trabajó con la idea de un gobierno tripartito de transición hasta que la Naciones Unidas resuelvieran la controversia sobre la soberanía de las islas, el tema central.

La propuesta argentina incluía un esquema basado en la continuidad de un gobernador Argentino, bajo bandera Argentina, pero con la participación británica, de la ONU y la OEA. El gobierno de transición tenía un plazo muy limitado, hasta el 31 de diciembre de 1982.

La propuesta británica establecía un gobierno argentino y británico con participación norteamericana y no tenía plazos de resolución.

Asomaba además la posibilidad de incluir a los kelpers como parte de los actores necesarios para la definición de la soberanía sobre las Malvinas.

Es decir que la recuperación de las Malvinas el 2 de abril contuvo un dato certero. Llevaba al Reino Unido a sentarse con la Argentina a resolver la cuestión de la soberanía en base al derecho internacional, temática que en las reuniones bilaterales de hace unos pocos meses era rehuida.

Los costos diplomáticos de la operación Rosario –sanción del Consejo de Seguridad, guerra económica- que colocaban a la Argentina como nación agresora (la acción era definida como invasión), eran menores que la posibilidad del inicio de una nueva etapa en la disputa por la soberanía, una etapa de ‘transición’.

Sin embargo, la lógica bélica se impuso.

Sobre este escenario militar, que se basaba en la idea de que la Argentina tenía ventajas iniciales, se trató de imponer condiciones en las negociaciones diplomáticas.

¿Se estaba consciente de cuánto se jugaba en torno a la causa Malvinas con esta política? Y aún más, ¿se estaba consciente de cuánto se jugaba el propio partido militar y la dictadura con esta política?

Lo cierto es que se abortó la salida de transición y todo quedó en manos de la definición militar.




 
 
 

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