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Militantes

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 4 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Ahí están todxs, resumida en una foto.

Lxs cientos, lxs miles, lxs cientos de miles de compañeres que pueblan la plaza el 24 de Marzo.

Los había sueltxs, en familias, con amigues. Acompañando a Madres, Abuelas, Hijos y demás organismos de Derechos Humanos. Difícilmente nos falle el cálculo, son la masa crítica que doblegó cualquier propósito siniestro de este gobierno siniestro por modificar la construcción social sobre la última dictadura. Sostienen: Son 30.000. Fue Genocidio.

Los había también en las columnas sindicales, estudiantiles y políticas. Forman parte de aquellxs que cotidianamente se reúnen, debaten, discuten y festejan la existencia de sus organizaciones. Militan todos los días o participan de las acciones que se despliegan en su barrio, su trabajo, su escuela.

Militan.

Y ahí está Adriana, unx Compañere del barrio, una militante desde piba en los organismos de Derechos Humanos, abrazando a las Madres durante la dictadura, integrante la Comisión Memoria Verdad y Justica de Zona Norte.

Está en el escenario junto a Estela y hay una marea infinita de seres humanos frente a ella. No se me ocurre como puede estar ahí sin conmoverse, sin aflojar las emociones.

Un rato antes estuvo frente a varias decenas de compañerxs, en la reparación del Mural por los Desaparecidos de Vicente López. Y estuvo ante unos cientos en la Plaza de Florida, en el Festival por la Memoria.

Milita.

Cuando la población te mira militar una causa algo sucede. Algo de otro orden que se inscribe en lo humano. El otro deja de ser una pantalla de tele, de celular o de compu y se transforma en un igual, en un par, en pueblo.

No necesita de algoritmos, de duranbarbismos, de enredarse en los bordes de la anti política para que te escuchen.

Algo de este orden quisimos decir en la noche del 23 en la Casa de la Memoria Nono Lizaso, en el cierre del Siluetazo.

No nos atrevimos a decir que estábamos ahí, en esa casa, en esa fecha, a esa hora, porque hubo un país con militancia política comprometida con una transformación revolucionaria. Pero bien vale el ejemplo, por algo estamos hoy en la plaza, en los sindicatos, en los centros de estudiantes, en las organizaciones políticas.

La sociedad nos mira, nosotros los interpelamos, metemos ruido en la comunicación mediada y virtual. En algún momento el lugar de enunciación que los militantes representamos vuelve a ser considerado, respetado y acompañado.

Si esta posibilidad no fuese cierta, si el campo político ya no necesitara de militantes y se conformara solo de empleados y consumidores, no se entienden las campañas de demolición de las organizaciones populares y sus dirigentes. No se entiende el reclamillo por los 70 años de peronismo. Somos la piedra en el zapato de las oligarquías, el hecho maldito, una vez más.

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