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Malvinas, 40 años (IV)

  • Foto del escritor: Circo Criollo Revista
    Circo Criollo Revista
  • 23 mar 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 31 mar 2022

Saúl querido

En los posteos anteriores, Marzo se calienta y Caramelos o Acero (Malvinas, 40 años I y II), revisamos los indicadores económicos catastróficos que estallaron en una crisis económica en 1981 y el increíble programa para hacer frente a dicha crisis, de desestatización, congelamiento de sueldos y reducción del déficit fiscal que comenzó implementar el Ministro de Economía del dictador Galtieri, Roberto Alemann.

En ese contexto, cobró mayor volumen las movilizaciones sociales, no sólo las lideradas por la CGT en San Cayetano, sino también la multiplicación de reclamos sectoriales tanto de trabajadores como de empresarios.

Saúl Ubaldini, el secretario general de la CGT había anunciado en febrero un plan de movilización que incluyó una marcha hacia la Plaza de Mayo, un desafío audaz en medio del genocidio, y que tentativamente fue programado para el mismísimo 24 de marzo, aunque finalmente fue organizado para el 30.

El intento de sumar a la Multipartidaria a la convocatoria de la CGT tropezó con la estrategia de los partidos que impulsaban una salida de la dictadura sin infringir una derrota política a los militares, por lo que finalmente no se sumaron a la protesta social.

Ubaldini aprovechó este escenario para promover una convocatoria más amplia, al conjunto de la población, que a la típicamente sustentada en las bases sindicales.

A pesar de los evidentes riesgos que implicaba la participación en una movilización en plena dictadura genocida, y con nuevos aires de endurecimiento en manos de Galtieri, la concurrencia fue muy importante.

Y en efecto, la movilización fue duramente reprimida por las fuerzas militares y de seguridad, que incluyeron miles de detenidos y 4 heridos de bala y un muerto en Mendoza. Pero un dato clave fue que a pesar de los riesgos y los temores, la movilización puso en el tapete la eficacia que el terror, como parte del dispositivo que el genocidio había instalado. Era evidente que había perdido parte de su eficacia.

De esta manera, los peores temores de la Junta Militar que había desplazado a Viola en 1981, esto es, la pérdida de la iniciativa política por la activación de las clases populares, comenzaba a concretarse y en forma acelerada.

La crónica de los sucesos da cuenta de un gran despliegue de fuerzas policiales, militares y de gendarmería, desparramando por diversos sectores del centro porteños, los accesos a la Capital y el área portuaria. (Clarín, 31 de marzo, Numerosos detenidos…)

La bajada de la nota indica que hubo una ‘severa represión’ para evitar la movilización a Plaza de Mayo, que hubo más de 1000 detenidos – La Nación titula 2000-, aunque la dictadura afirmó que la convocatoria no tuvo adhesión popular.

Lo original de esta movilización popular estuvo particularmente focalizado en la capacidad de respuesta de los manifestantes ante el enorme despliegue represivo.

Según cuenta Clarín, las fuerzas represivas ‘tuvieron que luchar desde la media tarde hasta entrada la noche para disolver a los manifestantes’.

Y es que, más que congregar a una multitud, la respuesta al despliegue represivo consistió en reagrupamientos relámpagos de grupos de manifestantes que se dispersaban y reaparecían constantemente.

‘Los grupos de manifestantes se congregaron y disolvieron rápidamente en distintas esquinas para reaparecer una y otra vez, a corta distancia, improvisando con ello una táctica que obligó a la Policía a redoblar su acción que con el correr de los minutos fue cobrando creciente violencia.’

Numerosos o violentos incidentes titularon los diarios Clarín y La Nación, lo que básicamente fue una represión violenta, sin provocación alguna, como señala la Multipartidaria.

La prensa extranjera que cubrió el acontecimiento (‘Severa represión de obreros en Buenos Aires y Mendoza’) recogió algunas de las expresiones que se plasmaron en consignas o cantitos, como el ‘se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar’. También se escucharon reiterados reclamos para que ‘no le peguen al pueblo argentino’ o que ‘vayan a pelear contra los ingleses, no contra los argentinos…’

Esta última referencia, vinculada a la escalada de fuerzas militares en el Atlántico sur en base al incidente en las Georgias, revela que la población se encontraba totalmente al margen del movimiento de la Flota de Mar que ya estaba rumbo a las Malvinas.

No necesariamente exterioriza una expectativa, sino que señala un otro enemigo, una fuerza militar extranjera sobre el territorio nacional. Y de alguna manera pone en cuestión el rol de las fuerzas armadas.

En la misma línea, pero en sentido inverso, la nota de Telam, Entre dos fuegos, que reseña Clarín, (Un Comentario periodístico) le endilga a los manifestantes justamente estar jugando a favor de los ingleses y su política colonial.

La cita no tiene desperdicio: ‘Los nuestros, que siempre se han manifestado en contra de los imperialismos, los colonialismo, la intromisión extranjera, que en su momento reclamaron soberanía política y la independencia económica, hoy se encontraron cómplices de los imperialistas, los colonialistas y los extranjeros.’

La agencia de noticias oficial hace un uso bastante desprejuiciado de algunas nociones que marcaron, fronteras adentro, las líneas de confrontación ideológica entre la dictadura y las organizaciones políticas revolucionarias. Los conceptos de Imperialismo y colonialismo, hasta hace unos días consideradas ideas subversivas, son reclamadas ahora para confrontar con la propia movilización popular del 30 de marzo., El escenario que plantea el artículo se anticipa así al 2 de abril, el acontecimiento que lo iba a cambiar todo, incluso la protesta social recién concluida.

De hecho, traza una línea divisoria entre un nosotros, los argentinos, que incluye a los militantes nacionales y populares, y un ellos, el ocupante extranjero, los ingleses y sus aliados. Nuestros meses en guerra tendrán otros clivajes también sorprendentes, como la rehabilitación del rock nacional, la solidaridad latinoamericana y el apoyo del Tercer Mundo.









 
 
 

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